31.10.09

Tus deseos son órdenes

Me bastó un almuerzo con amigas, carbohidratos al por mayor y poco tiempo para darme cuenta de lo bien que entiendo como son las cosas y lo poco que me gusta aceptarlas. No entro en detalles pero explico sintéticamente mi teoría.
Así llore, patalee y sufra estoy como quiero estar. Por más que concientemente a nadie le guste es mucho más fácil quedarse en la comodidad de las lágrimas a plantarse y proponerse (de verdad) empezar todo de nuevo. Y ahí esta él, como siempre, haciendo de mis deseos simplemente órdenes. No está conmigo porque no me quiere lo suficiente como para dejar lo que le hace bien por mí pero me quiere. De lo contrario, si está bien, ¿para qué querría tenerme cerca? Ok, entiendo que en esto están en juego mis ilusiones, pero los dos lo hicimos así. Y es así como me gustan las cosas. Todo servidito en bandeja, sinceramente, sería aburrido. Por eso, Amor, gracias. Por querer tenerme ahí, dando vueltas, como un plan b, siempre lista. Es incómodo, no digo que no. Me ayudo a conseguir un par de enemigas y a acostumbrarme a moverme entre sombras pero son las reglas del juego. De nuestro juego. Y lo prefiero así, lejos, casi imposible, clandestino. Tiene más adrenalina, más misterio y me estimula. Es de donde saco mi fuerza todos los días a medida que lleno de cruces el almanaque.
Si se da o no se da, la verdad que me resulta indistinto. Me gusta tener que pelear para conseguir lo que quiero, porque se que con esfuerzo siempre se da todo mucho mejor.
Así que sí, vivo mi vida siguiendo el ejemplo del salmón: nadando siempre contra la corriente.

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